HUMBERTO MATURANA

Desarrolló en la década de los setenta el concepto de autopoiesis, el que da cuenta de la organización de los sistemas vivos como redes cerradas de autoproducción de los componentes que las constituyen. Además, sentó las bases de la biología del conocer, disciplina que se hace cargo de explicar el operar de los seres vivos en tanto sistemas cerrados y determinados en su estructura. Otro aspecto importante de sus reflexiones corresponde a la invitación que Maturana hace al cambio de la pregunta por el ser (pregunta que supone la existencia de una realidad objetiva, independiente del observador), a la pregunta por el hacer (pregunta que toma como punto de partida la objetividad entre paréntesis, es decir, que los objetos son traídos a la mano mediante las operaciones de distinción que realiza el observador, entendido éste como cualquier ser humano operando en el lenguaje).
Maturana también ha hecho grandes aportes a las ciencias humanistas, principalmente a la psicología constructivista, tanto procesal sistémica como pos racionalista, citándolo en sus planteos principales señala que la terapia permite, en un espacio protegido volver a reencontrar los pilares de las relaciones humanas, aprender a comunicarse positivamente, desarrollar habilidades de empatía hacia la familia y los hijos, aprender a escuchar desde el otro y traer nuevamente a la relación los espacios de respeto, aceptación y reconocimiento del otro como una persona distinta a nosotros.

La objetividad entre paréntesis se sustentaría en el determinismo estructural de los sistemas vivos, que se relacionarían con su entorno dentro
de las posibilidades de su constitución estructural. Así lo percibido del mundo
exterior correspondería a una construcción hecha por el observador a partir de
su estructura y tiene que ver con su historia de cambios estructurales, más que
con el agente que perturba sus sistemas sensoriales, que en sí mismo no tiene
el poder de generar los cambios de estado que tuvo el sistema que observa. Así,
una aprehensión objetiva del entorno es imposible por la misma constitución
estructural de los seres vivos, que sólo pueden procesar de su entorno aquello
que su estructura permite. Por ejemplo, la visión "objetiva" del
entorno depende de la constitución estructural del ojo del sujeto.
De la misma forma, Maturana advierte de la incapacidad de
distinguir entre el error y la ilusión de una vivencia en el momento en que
ocurre. Por lo tanto todo es vivido como real al momento de vivirlo, y es una
operación de abstracción posterior la que otorga este carácter a cualquier
experiencia, que a su vez se basa en otra experiencia cuyo carácter de realidad
también está sujeto a las mismas reglas.
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